De Aluminio y Flechas

Hay muchas razones para empezar un nuevo modelo, en mi caso, esta vez fue por amor. Ojeando el boletín del mes de agosto de Eduard vi unas fotos del modelo construido “in surfacer” por Martin Nademlejnsky y lo compré. Fue un flechazo, pues nunca había sido el Mustang uno de mis modelos favoritos. Todavía en pleno subidón empecé a buscarle un traje y ahí llegó el vértigo. Tenía que ser un acabado en metal desnudo, con lo mucho que esto me imponía. Conforme se aproximaba el día de su recepción, se empezó a oír por los foros que algunos kits llegaban con defectos y mis piernas temblaron. Parece ser que el enamoramiento fue colectivo y Eduard echó todo el carbón que tenía a la caldera. Afortunadamente el mío llegó perfecto, una caja con una imagen foto realista que merece ser enmarcada, todo perfectamente organizado, el plástico y las partes transparentes excepcionales, las calcas súper ligeras y un manual con ilustraciones a todo color. Durante el tiempo que compartimos en el montaje, no todo fueron alegrías. Tuvimos alguna pequeña disputa, pero en general los dos disfrutamos mucho. Por fin llego el deseado y temido momento de la pintura, me encomendé a San Fermín y me puse a ello. La primera vez que vi el Mustang bajo el brillo metálico me emocioné, parecía de verdad. A continuación le vino el toque de nuestra realidad, desconchones, suciedad, escurridos, derrames, polvo y hasta barro. Pese a todo, para mi seguía siendo precioso. Finalmente llegó el día en que dejamos de compartir nuestro tiempo, pero todavía cuando nuestros ojos se cruzan en la vitrina, nos sonreímos.